dijous, 9 d’agost del 2012

El 8º capítulo de Después de la Explosión:
Vuelvo a oír el sonido, y veo que procede del norte. Giro la cabeza hacia allí, y contemplo la lejana belleza del volcán que está más o menos en el centro de esta isla. A mi espalda está el mar. Nunca lo he visto. Como el paisaje de esta isla es una continua depresión hacia el volcán, no se ve desde aquí. Y mi padre me aconsejó que no me acercara a él.
Sea como sea, ese sonido indica que hay otra persona. Y otra persona significa que hay carne fresca.
Desde que esa explosión acabó con la mayoría de la población y con casi toda la fauna, los supervivientes nos hemos visto obligados a recurrir al canibalismo. Aunque las plantas han sabido adaptarse, y aún es posible ver algunas clases de animales, como los perros, no quedan suficientes para alimentarnos a todos.
Corro hacia el volcán.
Cuando el sol está en lo más alto, oigo a alguien. Sigilosamente, comienzo a escalar una cuesta. Tumbado bocabajo en la parte más alta, puedo ver un campamento, y al grupo que ha hecho sonar el cuerno.
Observo la escena.
Serán unos 7 (4 hombres y 3 mujeres) y uno de ellos sostiene el instrumento que ha producido ese sonido.
Esparcidas por el terreno, están las entrañas de varios perros. También hay 3 tiendas de campaña. Muy pocas veces he tenido el privilegio de ver alguna desde tan cerca.
Tres de ellos sostienen escopetas, y hay dos tiradas por el suelo. Además de la chica que sostiene el cuerno, hay dos personas más que tienen un cuchillo en cada mano. También hay alguien que sujeta una fina espada.
Pero lo más impresionante es que hay seis postes… Y una persona atada a cada uno de ellos. Una de ellas es un niño de unos 6 años. También hay una mujer que lucha por librarse de las ataduras, dos jóvenes con la cabeza gacha, una chica con el cabello dorado como el sol, y un hombre adulto cuyas heridas, hendiduras de clavo en la cara, recuerdo haber hecho yo mismo.
No me parece bien. Con una sola persona se podría alimentar todo el clan durante al menos dos días. Entonces, ¿por qué van a matarlas a todas? Y un niño de 6 años… Está bien, maté a uno que solo tenia 10, pero ese sostenía un cuchillo. Iba a matarme.
Esto no me parece justo.
Justo entonces, la chica del cuerno deja escapar algunas palabras.
-         ¿Por quién hacemos esto?
-         ¡Por los que nos observan! – Corea todo el clan.
-         ¿Por qué hacemos esto? – Vuelve a gritar la chica.
-         ¡Por la pureza de nuestras almas!
-         ¿¿Qué es esto?? – Grita, con todas sus fuerzas.
-         ¡¡Un sacrificio humano!!
-         Puedes proceder, Titus. – Esta vez, su voz es natural.
No descubro lo que ha querido decir hasta que de la barriga del hombre que no maté ayer empieza a manar sangre.
Oigo unos pasos detrás mio, y sé que debería volverme.
Pero la imagen de los hechos me tiene hipnotizado.
La sangre mana del cuerpo inmóvil del hombre. Unos labios beben la sangre que cae, y el hombre no puede contener los gritos. Un cuchillo desgarra entonces su pecho, y una mano le arranca el corazón cuando aún está vivo.
-         Spiritus videntibus, accipe sacrificium. Facere me purus. – Pronuncia la misma persona que sostiene el corazón, en un idioma que desconozco.
Justo después, alguien me golpea en la cabeza con un objeto contundente.

CONTINUARÁ...

diumenge, 5 d’agost del 2012

El 7º capítulo de Después de la Explosión:


No puedo seguir leyendo. Pero esta vez no es un sonido lo que me desvela. Es el hambre.
Llevo todo un día sin comer.
Antes de cargar la mochila a la espalda y de deshacer mi improvisado refugio, descubro que algunas páginas del diario no están bien sujetas. Cierro el libro de manera que no se caigan, y lo meto dentro de un bolsillo de mi mochila, junto a ese palo lleno de clavos. Guardo el cuchillo en el bolsillo del pantalón que tengo más a mano.
Saco la botella de agua, y bebo hasta que no puedo más. En ese plástico que tiene, hay un número y una letra. 3L… ¿Que querrá decir?
La botella está medio vacía ahora, pero tengo dos botellas más. La que lleva escrito 1’5L es más pequeña que la que lleva 2L grabado. Están llenas de agua. También tengo una cantimplora bastante grande. Esta está vacía.
Mientras agujereo el tronco de un árbol con mi cuchillo, repaso las veces que ha llovido estas últimas semanas. A ver… Hace una semana llovió bastante, y dos veces. Eso bastará.
Algunas zonas de esta isla, como este bosque, retienen agua hasta dos semanas después de que llueva. Eso si, a una profundidad considerable.
Mi cuchillo corta la zona precisa, y el agujero empieza a segregar un líquido blanco parecido a la leche. Lo recojo con la cantimplora. Cuando creo que ya es suficiente, corto la corteza exterior, para dejar al descubierto la parte blanda. Cojo unos cuantos trozos, y me llevo alguno a la boca. Un sabor dulce llena todo mi paladar. Dicen que la explosión volvió los árboles comestibles.
Saco el bastón. Intento excavar con él. Aunque la tierra es esponjosa, no es muy efectivo. El cuchillo es demasiado pequeño, así que excavo con mis propias manos.
Un rato después, llego a la parte húmeda. El suelo, a esa profundidad, está empapado y desprende un olor muy particular. Cuando estoy seguro de haber logrado un agujero con unas dimensiones considerables, saco la cantimplora. Bebo de ese dulce líquido blanco hasta que la cantimplora queda medio vacía. Vierto la otra mitad  en el agujero.
Así ha pasado muchas otras veces: la tierra traga la savia con avidez, y a cambio devuelve la misma cantidad de agua. Consigo llenar lo que faltaba de la botella de 3L.
Cuando voy a repetir el proceso, oigo un sonido extraño.
Pero no son pasos, ni ningún aullido.
Es el sonido de una persona haciendo sonar un cuerno. Como si quisiera llamar a alguien.

CONTINUARÁ...

diumenge, 22 de juliol del 2012

6º capítulo de Después de la Explosión:


Miércoles, 5 de enero de 2051:
Siento no haber escrito ayer, pero hay obligaciones que debo cumplir.
Desde que a las 6:00 me levanto y preparo el desayuno, me prohíben entrar a la habitación hasta las 21:00, que es cuando mi madre queda viendo la televisión. Mi padre no suele volver hasta pasadas las 24:00 Mi madre nos miente a todos y a si misma, y dice que está trabajando. Él acaba de trabajar a las 18:00, y no vuelve a casa. Es como si mamá no supiese lo que hace. Hasta Clark lo sabe, y no es beber cerveza.
Se supone que ahora tendría que estar durmiendo, pero no puedo dormir. Prefiero escribir y pensar, ya que a cualquier otra hora del día es muy difícil. Es como si trabajar me impidiese pensar.
Hoy, después de comer sola y en la cocina otra vez, a las 16:00 entré en mi habitación. Creí que mi madre y mi hermano no se darían cuenta, y saqué la cabeza por la ventana. Lo que vi me sorprendió, y no fueron los coches ni el cielo azul. Ni el verde intenso de los árboles. Fueron las dos chicas que corrían. Cuando las vi, supe que no tenían menos de 13 años, ni más de 18. Las dos corrían como si les fuese la vida en ello. Una tenía una extraña cicatriz…
Clark escogió el peor momento para entrar en mi habitación. Me preguntó por qué ahora comía sola, por qué no había niñas en la escuela, y por qué ya no le dejaban hablar conmigo. No supe que contestar. Mi madre irrumpió en la habitación, y sacó a Clark de allí. Cuando nos quedamos a solas, su puño me hizo sangrar la mejilla. Tuve que curar la herida yo misma.
Cuando todos se sentaron a la mesa y serví la cena, a todo el mundo le pareció justa mi herida. Hasta a Clark, que unas horas antes se había sorprendido.
¿Qué le habrán dicho?
Lo mas extraño es que mientras mi madre me golpeaba, parecía tener miedo.
Buenas noches, diario. El sonido de mi bolígrafo podría despertar a mis padres.

CONTINUARÁ...

dissabte, 21 de juliol del 2012

5º capítulo de Después de la Explosión.

                                                                          
Oigo unas ramas crujir. Sé que alguien viene a por mí. Sé que alguien quiere acabar con mi vida hoy. Probablemente sea el hombre de la colina, que quiere vengar la muerte de aquel niño. O puede que sea Laia, que sigue viva contra todo pronóstico.
Repentinamente, siento un dolor en el costado izquierdo, donde me golpeó Cathie con el palo, y descubro que mi paladar sabe a sangre. Mis ojos se dirigen hacia el dorso de mi mano izquierda, y descubren que hay una herida muy profunda, provocada por un cuchillo. Aún sangra.
Siento las piernas pesadas, y no puedo respirar. ¿Cuánto tiempo he dormido, y cuánto ha sangrado esta herida?
Me desplomo, y justo en ese momento veo a Laia correr hacia mí, con los ojos inyectados en sangre. Tiene una cicatriz muy rara que le recorre todo el cuello.
Alguien clava sus uñas en mi cara. El mismo niño que maté ayer me está sacando los ojos con sus propias manos. Intento coger el cuchillo de mi mochila, pero Laia me sujeta los dos brazos.
Miro hacia Laia. Intento suplicar con la mirada, pero es inútil. Laia ha desaparecido, y cuando miro hacia ese niño tampoco está.
Justo en ese momento me doy cuenta de estar soñando. Quiero dejar de soñar esto. Quiero escapar de esta realidad, pero no puedo. Tampoco quiero despertar.
Un golpe de bastón me parte dos costillas, y Jess está matando a mi padre. Tiene una piedra en la mano derecha, y está partiendo a duros golpes el cráneo del hombre. Miro a Laia, y le pregunto por qué lo hizo.
En ese momento, veo su cara. Está cubierta de lágrimas. Abre la boca, y de ella salen palabras.
Pero no dejo que lleguen a mis oídos. Sé que no estoy preparado para escucharlo, y oculto los ojos en mi codo.
Despierto sudoroso, cansado. Mi cara está empapada de ese líquido salado al que llamo lágrimas. Tengo miedo a moverme. Me refugio en el libro.


CONTINUARÁ...

dimarts, 17 de juliol del 2012

El 4º capítulo de Después de la Explosión. Que no se te olvide comentar!!



Utilizando mis últimas fuerzas, logro rodar hacia la derecha.
¡Crash!
Pero esta vez golpea el duro suelo, no mi blanda piel, y se parte en dos. Entonces, sus dos manos se dirigen hacia los cuchillos.
No. No soportaré un corte. Desde lo que mi padre me enseñó el significado del odio, odio las heridas de cuchillo.
Mi mano cambia de objetivo, y coge la pistola, cargada con 4 balas.
Logro incorporarme. Sujeto el arma con las dos manos, y aprieto el gatillo.
Sé que funciona así. Comprobar cómo funcionaba me costó 8 balas. Eso me dejó con 11.
La bala impacta en su hombro izquierdo. Ese brazo deja caer el cuchillo. Ahora, se prepara para clavarme el otro.
Pero ella no oye el zumbido, y supongo que tampoco ve el arma detrás de mí. Yo si.
Siguiendo el instinto, me coloco detrás de la chica. La hoja de la espada le corta el cuello. Me vuelvo. El cuerpo de la rubia se derrumba ruidosamente. Si su cabeza sigue pegada al resto del cuerpo, es gracias al cuello, que no está totalmente desgarrado.
El hombre que sostiene la espada es mas bajo que la mujer, no más que yo, está parcialmente calvo, y su barba oscura contrasta con el intenso azul de sus ojos. Su ropa es parecida a la de la mujer que se ha desplomado delante de él.
Por sus mejillas ruedan lágrimas, y sus labios indican sorpresa.
Sus manos sostienen una enorme espada.
-        ¿¡Que has hecho!? ¡Has matado a Cathie! – Su voz rota parece una mezcla de rabia y de tristeza. 
-        No. Has sido tú. – Sorprendentemente, mi voz es débil.
Mi pistola le apunta.
-        Jack, pane nuga kõri.
-        ¿Qué?
Acto seguido, un cuchillo y una mano me inmovilizan. Tengo el cuchillo a 2cm del cuello.
-        ¿Así que sabes idiomas? – Logro formular. Él asiente.
-        Vas a morir.
-        No lo creo.
Mi pie impacta con fuerza en los genitales del cómplice del hombre de la espada, y logro hacer volar su cuchillo con el mango de mi pistola. Lo inmovilizo. Ahora es él quien está en peligro de muerte. Logro verle la cara. Tendrá 10 años. Pero eso ahora da igual.
-       Suelta la espada o él muere. – Logro sorprenderle.
-       Negociemos. Dame la pistola y eres libre. Si acercas el dedo al gatillo eres hombre muerto.
Debe de creer que es mi única arma, así que acepto. Con el brazo izquierdo aún fijo en el cuello del niño, voy acercándole la pistola. En cuanto la coge, utilizo el niño como escudo humano. No dispara.
Soy un mentiroso, lo sé. También sé que lo que voy a hacer ahora mismo está mal, y que debería haber muerto hace años. Sé que matar no me gusta, pero sé que a mi padre le gustaba que lo hiciese. Sé que matando podré llegar a complacerle, y dejarán de atormentarme los sueños, y el mundo será mejor, será tan bonito como el libro explica… Padre, Jess, esto lo hago por vosotros.
Saco el palo de mi bolsa, desgarro el cuello de Jack con mi mano libre, y golpeo la cara del hombre.
Los clavos, fijos en la húmeda madera de roble, surcan el aire, silban al son del viento.
Rozan su piel, que cede fácilmente, se clavan en su tierno músculo facial.
Desgarrando venas, hueso, cartílago, todo lo que encuentran a su paso, logran hacer que mis ojos se empapen de lágrimas.
Con un segundo impacto lo tiro al suelo.
No hay tiempo. Se recuperará, no lo he matado. Cojo el cuchillo del ahora muerto Jack. (Algo fino, poco grueso, pero casi tan largo como el mío, perdido en la batalla contra Cathie. Tiene un mango oscuro, y una pequeña sierra.)
Corro por el primer desnivel que veo, me dirijo hacia un pequeño conjunto de árboles secos. Con ramas, pero sin hojas. Los pocos arbustos que hay son del color del barro. Es lo mas verde que he visto jamás. Es… Un bosque.
Consigo improvisar un refugio con algunas ramas y algún trozo de tela que encuentro en el fondo de mi bolsa. Es una bolsa de cuero, bastante grande, con dos asas que a veces coloco en los brazos. Tiene varias cremalleras, y muchos bolsillos. No logro recordar la palabra que la define.
El sol se acaba de fundir con el horizonte. Tengo sueño. Ahora ni siquiera puedo pensar en el libro, ni en la cara ensangrentada de Laia. Así que dejo de pensar.
Dejo que me envuelvan las pesadillas.


CONTINUARÁ...

dijous, 12 de juliol del 2012

El tercer capítulo de Después de la Explosión. Que no se te olvide comentar!!


Las letras están escritas con mucha suavidad. Nada parecido a las rayas de mi padre sobre la arena. Y el mundo que describen es el mismo mundo que nuca supo describir. Es bonito; no roza la muerte. Es… ¿Amor?
Quiero seguir leyendo, pero un ruido despierta mis sentidos. Inmediatamente, siguiendo mi instinto, guardo el libro en la bolsa y cargo la bolsa en mi hombro izquierdo. Agudizo el oído. Oigo pasos. Pasos cortos, golpes constantes en el suelo. Un animal.
Mi corazón comienza a latir rápidamente.
Siguiendo el ritmo de los pasos del animal, me dirijo hacia la salida de mi refugio. (Unos ladrillos colocados previamente gracias a alguna explosión,  formando 6 pequeños montones, y cubiertos con una especie de lona impermeable, con un agujero en la parte superior, y otra abertura a la izquierda.) A pocos metros de la abertura, oigo un sonido que no conozco. Parece una mezcla de tos y llanto, y de gemido y de dolor.
Saco el cuchillo de ese bolsillo que tiene mi chaqueta, provisto de una afilada sierra. En la hoja pone que mide 17cm. El mango es gris. Busco en mi bolsa, y encuentro algo que llevaba tiempo queriendo utilizar. Es un palo que medirá medio metro, metálico. Está un poco retorcido, pero sé que sus golpes son potentes. ¿Como era? Ah, si. Tubería.
Ese no es todo mi equipo para cazar. También cuento con un palo, provisto de 6 clavos, y con una pistola. Es mi arma preferida. No la saco porque las balas no son infinitas, y porque no las malgastaré con un animal. Tengo 11.
Las armas se consiguen matando. Con ellas mato. Así sobrevivo; impidiendo que otros sobrevivan.
Salgo del refugio, y entonces lo veo. El animal está provisto de unas garras enormes, de un espeso pelaje, y de unos afilados dientes. Tiene los ojos verdes, y una soga de cuero le abraza el cuello. Perro…
Perro se lanza hacia mí. Segundos después, mi cuchillo está cubierto de sangre. Mientras le parto la cara con la tubería, enjuago el cuchillo en la fina tela de mis pantalones.
Durante un instante, todo parece estar en silencio.
Agudizo el oído; sé que perro no ha venido sólo.
Su respiración le delata.
Me dejo caer hacia atrás con todo el ímpetu que puedo, y sin que la tubería ni el cuchillo resbalen. Un silbido rompe el aire que hay encima de mi cabeza. Un cuchillo, este sin sierra, aterriza medio metro detrás mio. Entonces la veo: es alta, medirá 10cm más que yo, y una cicatriz le recorre la mejilla izquierda. Su cabello es rubio, y adquiere un color dorado con esta luz; la luz del atardecer. Tiene un cuerpo fornido, y lleva unos tejanos ceñidos que parecen haber sido víctima de múltiples arañazos. Su camiseta, blanca y sucia, leva tirantes. A la altura del ombligo, tiene una profunda herida que aún sangra. Con la mano izquierda sujeta un palo de madera, y su mano derecha se desliza hacia su espalda. Ahora sujeta un cuchillo idéntico al anterior. No sé como, pero logro ver dos mangos mas.
Me levanto, y logro desviar el cuchillo con mi tubería. La vibración del impacto me recorre todo el brazo. Su potencia es formidable. Sin pensarlo dos veces, corro hacia ella, preparado para hacer que su cabeza salga despedida por los aires. Y a unos pocos pasos de tocarla, descargo toda mi energía en el impacto de mi tubería. Pero ella bloquea la estocada con su bastón, haciendo que la tubería salga despedida por los aires. Entonces me desarma completamente haciendo volar mi cuchillo por los aires.
Por un momento, me encuentro peligrosamente desarmado.
Mi brazo derecho se dirige hacia la bolsa de cuero de mi espalda, y lo primero que logra agarrar es ese palo recubierto de clavos. Antes de que lo saque, un potente golpe alcanza mi costado, y me hace temblar de dolor. La extraña vuelve a golpearme con el palo.
Me derrumbo sobre el frío suelo cubierto de polvo. No logro sacar el arma. Una vocecilla en mi interior no para de gemir. De dolor. Otra, tiembla ante el siguiente impacto.
¡Crash!
Vuelve a golpearme entre el hombro y la cadera. El dolor me ciega. Veo como levanta el palo. No soportaré otra de estas.


CONTINUARÁ...

dilluns, 9 de juliol del 2012


Lo que estás sintiendo ahora,
no volverá.

Estos segundos que estás viviendo,
nunca más volverán a pasar.

Una gota que cae,
una exhalación, un último suspiro.
Un latido sordo en un corazón podrido.

Lo que estás sintiendo ahora,
no volverá.

Estos segundos que estás viviendo,
nunca más volverán a pasar.

No hay salvación, no hay destino.
Asúmelo: ese es tu sino.
Cuando tu corazón se pare, por un trozo de metal o de madera,
nada acabará;
no habrá ninguna nueva era.
Nadie se volverá inmortal cuando muera.

Lo que estás sintiendo ahora,
no volverá.

Estos segundos que estás viviendo,
nunca más volverán a pasar.

No es una rueda ni un bucle.
Es una vela que se consume.
Un bosque ardiendo.
Y hay final si no estás muerto.
Y cada latido te acerca más,
a un final muy cierto.

Deja de lamentarte por haber nacido, y escucha como late tu corazón.
No siempre será así.
Ahora, disfruta de tus latidos…
Mientras puedas.